Viajes

Hasta siempre Bolivia!

Y amanecimos como perros en la cucha, acurrucados, arrollados por el frío, con las gotas de rocío que el techo filtraba mojándonos las frazadas, los seis, en un cuarto diminuto de un refugio en medio de la nada.
Eran las cuatro de la mañana, que aún era noche. Pero ya no había sueño, dormíamos desde temprano, o ya no dormíamos, tiritábamos.
Alistamos nuestra equipaje en la oscuridad, oliendo a perro mojado y entierrado, con la emoción del último día mordiéndonos el estómago. Aprovechar las horas era vital, salir al camino oscuro, hacia un nuevo día que iba despertando. Partimos abrigados hasta los huesos, en silencio, aún metidos en el sueño. Ilario nos hablaba en voz baja, para no despertar a Danitza que dormía plácidamente en la falda de su madre. Callábamos, cada uno en su propio ritual de despedida.

Alcanzamos los Geisers luego de recorrer hora y media en la oscuridad, aún insistía la noche. Las fumarolas se hacían visibles gracias a la luz de la camioneta, como bocas vaporosas despidiendo el alma de los volcanes, guardianes del altiplano.
Me quedo adentro mientras la mitad de mis compañeros se atreven a salir a fotografiarlos. El frío es mas fuerte, la noche todo lo cubre y prefiero observar desde adentro, hecha un ovillo en mi asiento. Por momentos caigo en un sueño donde no me voy, donde vuelvo a comenzar el camino, quiero quedarme, no quiero dejarlos, ya los quiero.

Parece que el aire helado los despierta y suben risueños, charlatanes y así terminamos de despabilarnos y comenzamos a gozar de las últimas bromas de turno, de nosotros mismos, de nuestro viaje por Bolivia.
Y llegamos a las aguas termales poco antes de la salida del sol. Un reflejo se anima en el horizonte y el calor que brota desde la tierra se hace visible sobre el espejo acuoso que nos invita. No me atevo, no puedo ni pensar en quitarme la ropa. Cuántos grados habrán? Diez bajo cero? ocho? no quiero pensar en eso. Solo Ana, Pierre y Gaspar se atreven. El resto los observamos divertidos, admirados de tanta valentía, extasiados con la belleza que comienza a hacerse visible con las primeras luces. Sacamos fotos, muchas. Con Manuel, el español, nos reimos de los chapoteos de nuestros compañeros que nos gritan: entren! el agua está deliciosa! Pero seguimos gozando de ser observadores. Disfruten amigos, sientan el agua que no sentimos sobre nuestros cuerpos desde hace tres días, rían, sumérjanse en la tibieza, aquí nos encargamos de las fotos, de la contemplación. Y tras nosotros van llegando otros viajeros, algunos valientes, muchos observadores como nosotros, envueltos en mantas, chullos, guantes, y todo lo que encontremos para atenuar el frio.
Y ya es una multitud que está de fiesta. Las siluetas se recortan en el horizonte, oscuras, delante del haz del fuego que sale como despedido detrás de las montañas, casi como una anunciación, provocando la algarabía colectiva.

Esta es una mañana perfecta, le digo a Manuel, y sonreímos sin más palabras.

Entramos al refugio donde nos espera el desayuno. Comemos como reyes, caléntandonos por dentro, alimentando también el corazón, brindando con té y café por lo que vendrá y por lo que dejamos atrás, sin duda alguna, la mejor parte de mi viaje hasta el momento.

Más tarde partimos hacia la Laguna Verde, atravesando el surrealista Desierto de Dalí, colmado de imágenes oníricas sobre las dunas y vicuñas solitarias. Paramos para tomarnos la última foto, todos juntos, en un último abrazo, inolvidable.
Al llegar a la Laguna Verde, el volcán Licancabur nos espera, recordándome que ya estaba en la frontera con Chile. Allí dejamos a Manuel, cuya misión era escalar sus casi seis mil metros de altura. Nos despedimos de él emocionados, con la promesa de volver a vernos, de escribirnos, de mantener el contacto, con el "buena suerte, buen viaje" como palabras finales. Y fue inevitable sentir que nos desarmábamos, tan rápidamente como nos habíamos encontrado, y en un suspiro lo dejamos atrás, en un refugio donde encontraría quien lo guiara hasta la cima.

Pocos minutos después era mi turno. Al llegar al paso fronterizo con Chile, la familia boliviana y mis compañeros me dejan a la espera del bus que me llevaría a San Pedro, luego de los abrazos y besos, y nuevas promesas de reencuentro y deseos de buen viaje. Danitza, me miraba con sus ojos negros muy abiertos y su carita redonda presintiendo la despedida. Le dejo mis pompones peruanos de la buena suerte, aquellos que la hicieron callar de su primer y único llanto en la mañana que nos conocimos, como recuerdo de mi paso por su tierra. Ella lo recibe con la sonrisa más luminosa que guardo de todo mi viaje. Y es también un regalo para mi.
Allá se van, se alejan, en un largo viaje de regreso a Uyuni. Jamás los olvidaré, compañeros! Buena ruta!

Y a solas, luego de hacer los trámites aduaneros que no me insumen más de cinco minutos, me siento a esperar. Un hombre boliviano se me acerca y me pregunta de donde vengo y hacia donde voy. Por él me entero que a esta hora de la mañana ya tenemos cinco grados bajo cero y que en San Pedro , deberé deshacerme de la mayoría de mi ropa. Ya casi puedo sentir el calor atacameño, lo imagino, como un baño de sol necesario para mi piel enrojecida por el frío.
Llega el bus y subo sin demora. No quiero mirar atrás, no quiero sentir pena por dejar esta tierra maravillosa, sé que volveré, sé que quiero conocerla más profundamente, llegar a Oruro, a La Paz, conocer más a su gente, aquella que me resultó tan esquiva en Villazón, ésta que fue mi familia en Potosí, toda la que sea posible y necesaria.

Ya es hora de atravesar la línea nuevamente, llegar a otro país. Que me espera? Sé que me espera una amiga en San Pedro, y no sé nada más. Le abro la puerta de mi asombro a Chile, y con todo el corazón y mis ansias, le pido que me sorprenda.

3 comentarios:

  1. amiga.. que lindo volver a leerte eh.. vos tenes esa manera de escribir que conmueve.. que hace que vaya leyendo y viajando con vos.. siempre me haces empañar los ojos!!!!
    Espero mas cronicas ... beso! Vivi :D

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  2. Gracias Vivi! un gusto enorme leerte en este espacio...Besotes!

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  3. Uyuni, Uyuni, ra, ra, raaaaaaaaa
    Hermoso, nada más que decir...

    besos

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